Resultados de elecciones provocarán caos en el periodo de transición

Las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos (LEPP) contemplan que, en caso de que hubiera una segunda vuelta, el nombre del nuevo presidente de la República se sabrá en agosto (18), luego de que se conozcan los resultados.

Casa presidencial en Guatemala.

La Constitución Política de la República de Guatemala  y la LEPP ordenan  que el nuevo mandatario debe tomar posesión del cargo cada  14  de enero. Esta situación ocasionará, por primera vez, que entre ambas fechas se dé un lapso de cinco meses en que habrá un presidente electo y uno en funciones, informa Prensa Libre.

Sin embargo, analistas políticos prevén   que este lapso, que por primera vez vivirá el país, será caótico, debido a la judicialización que actualmente se ha dado sobre el proceso electoral, el cual comenzará  después de la primera vuelta —16 de junio—, cuando se elijan, además de presidente y vicepresidente,  corporaciones municipales y diputados al Congreso de la República y al Parlamento Centroamericano (Parlacén).

El abogado Omar Barrios Osorio, del Centro de Estudios de Derecho (Cede), considera que  este espacio de seis  meses, “definitivamente” se prestará para la conflictividad electoral,  porque muchos candidatos al Congreso, pero sobre todo a las alcaldías, no estarán de acuerdo con los resultados y presentarán una serie de recursos en los diversos tribunales.

Según Barrios Osorio, esta conflictividad  será mucho más fuerte porque “tenemos un gobierno débil, que no tiene control de la estructura funcional del Estado, y porque el Tribunal Supremo Electoral (TSE)  y las cortes han provocado mucha inestabilidad legal e incertidumbre”.

No obstante, Barrios Osorio considera que lo peor será el actuar de muchos ciudadanos, debido a que no están bien informados o consumen información de  medios digitales “de garaje” que han parcializado  la opinión pública.

“Estos  elementos podrían provocar  conflictividad,  en especial en el caso de las corporaciones municipales, que es la elección más peligrosa —340 municipalidades—. Grupos pequeños podrían generar caos y   el TSE y el Gobierno no tienen la capacidad para detener esas circunstancias”, explica el abogado.

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El director del Cede considera que los candidatos a diputados que pierdan enfocarán sus baterías en usar todos los recursos administrativos y  judiciales como  la nulidad y  la acción de amparo, porque ellos no tienen “capacidad para mover a la población. La gente no va a hacer protestas por ellos”, indica.

En ese mismo lapso los candidatos presidenciales perdedores podrían valerse de los grupos de poder que tienen injerencia, como algunos   medios de comunicación, la Iglesia y el  sector económico, para presionar a los ganadores y ganar un espacio   para que se les  conceda algún  tipo de beneficio en la organización del futuro gobierno, afirma Barrios Osorio.